miércoles, 15 de octubre de 2014

Aceptar lo que hay, descubrir lo que está

Aceptar lo que hay, lo que vez


Con el ultimo post y mi fractura, me he sentado a pensar, a estar, cuidarme y esperar, estoy aprendiendo a aceptar lo que hay, ojo: a-pren-dien-do,

Hice una lista de 24 cosas que no he hecho durante todos estos años, por andar activa. La sorpresa ha sido descubrir como con todo el tiempo del mundo, sigo sin hacer muchas de esas cosas que he postergado. Y entonces empiezo a comprenderme. Si algo he aprendido en años de terapia es que uno hace lo que es psíquica-mente, no hay pretextos. Uno hace lo que debe hacer, lo que desea hacer o lo que quiere hacer. Parece que yo he estado entre el debo y el urge. Tristemente mi lista de cosas por hacer, mis 24, no eran reales deseos postergados, sino reales obligaciones postergadas.

Y es que en esta sociedad en la que vivimos, nos acostumbramos a hacer cosas productivas, a hacer lo importante y lo urgente, lo que se tiene que hacer, dejando de lado lo lúdico, lo sano, lo del alma, lo que se quiere hacer y se desea. A uno lo juzgan de loco por tener pequeños indicios de salirse de esa vorágine loca de obligaciones.

A mis 33 años todavía paso por los restaurantes y algo muy dentro de mi hace que me den muchas ganas de ser mesera. Sueño con estar cansada, limpiarme el sudor de la frente, ponerme mi mandilito, contar mi propina, traer las ordenes bien y esas cosas que salen en las películas... A los 17 años le anuncié a mi mamá que no se preocupara, que con mi sueldo de mesera en la ciudad de Guadalajara, yo podría por lo menos ayudarla con algunos de mis gastos. Así de emocionada como estaba, así diametralmente opuesta era la cara de horror de mi mamá. Nunca fui mesera.  Tengo 16 años callando ese pequeño detalle en mi vida. Puede parecer una trivialidad, pero ahí está, lo he ignorado durante tantas años, como pequeña lunetas en un frasco de vidrio, que ya son demasiadas… pequeños deseos postergados, que acumulados se vuelven grandes.

Nunca aprendí a cantar. Cuando estaba en la secundaria compuse una canción, la ´puse música (obvio el círculo de sol) y hasta gane un concurso, yo fui la primera de mis hermanos en aprender a tocar guitarra, nunca pasé del círculo de sol, pero ahora a mis 33 años después de por lo menos 23 años de sentirme poco musical, me doy cuenta que tengo un instrumento integrado que nunca he aprovechado.  Hace unos días una amiga me invitó a ver cantar a su abuelita un domingo por la tarde.  Solo fui porque estaba enyesada, estoy segura que en otras condiciones hubiera estado tan cansada que no habría ido. Su abuelita de 72 años cantaría en la glorieta Chapalita. Llegué en mi silla de ruedas y me instalé. Me encontré con 20 viejitos ataviados cantando canciones mexicanas. No sé si fue mi situación “vulnerable” o que me acordé de mi abuelito quien cantaba todo el tiempo, pero me la pasé llorando muy conmovida. Recordé lo mucho que me gusta bailar y sobretodo lo que me gusta el baila folkclorico, yo bailaba en la preparatoria. He callado mi voz, he parado a mi cuerpo durante años
. 
Cuando estaba en la prepa y dijeron mi nombre para que pasara al frente, el discurso fue: Daniela Ortiz….alumna sobresaliente bla bla bla, sueña con ser escritora… Durante toda mi vida he escrito miles de hojas, escribo para aclararme, para entenderme, para explicarme, para todo. Mi verdadero problema al perder mi celular, sería perder mis 500 y pico de notas, con sueños, proyectos, ideas, pendientes, cuentas, etc. Escribo todo.

Donde escondí esa parte de mi? A donde se fue? Está tan escondida entre facturas, recibos, listas de cosas por hacer, horarios, apps para hacer el día más productivo, que siento que aunque tiene ganas de asomarse, está sepultado.

En que parte de la vida uno hace las cosas que quiere y no las que debe? En que parte de la vida haces lo que te gusta y no lo que puedes?

Y es que postergo, pienso mucho, hago menos. Toda la vida he hecho listas de lo que tengo que hacer, nunca las he cubierto, porque ahora entiendo que son listas externa, impuestas, obligadas, no de lo que realmente quiero hacer, sino de lo que tengo que hacer, lo de que debería hacer.

No soy detallista, soy olvidadiza y además estoy fracturada. No es que por estar fracturada que no puedo hacer las cosas, es que sin fracturada no las he hecho, menos ahora.  Toca aceptar lo que hay, la vida que he creado, el accidente que tengo y lo que puedo hacer, lo que quiero hacer en este tiempo preciado, toca aceptar quien soy y lo que mi alma realmente quiere hacer.

Hoy puedo decir que fracturada y no: Le doy de comer a gatos de la calle, amo el olor de sabanas recién lavadas y sueño con un día poder ordenar perfectamente mi cuarto, pero no me agobia, disfruto el proceso. No contesto el celular a tiempo nunca, soy muy mala en tecnología, simplemente no estoy dispuesta a ceder mi espacio, mi privacidad, mi tiempo.  Me da mucha flojera maquillarme,  MUCHA y estoy disfrutando cada día más, no tener ni una gota de maquillaje. Escribo, me gusta ir al cine, hablo como perico, soy sumamente sensible y lloro todo el tiempo viendo la tele. Mi primer hora de sueño son las 12, sino tardaré hasta las 3 en dormir,  Mi hora más creativa y productiva es justo de las 12 a las 3.Hablo mucho, pienso más. Sueño mucho, analizo mucho. Olvido lento... Soy irónica.

Nada ha cambiado, se me rompió el pie, no el alma. En realidad, tal vez se me rompió el pie y por ahí pudo comenzar a asomarse mi alma.